págª mantenida por Lorenzo Peña
Bagdad: tribuna para defender al pueblo de Mesopotamia
¡Irak, Sí! ¡Yanquis, No!

Necesidad de un Frente Nacional Patriótico contra el Imperialismo Norteamericano

Octavilla distribuida en la manifestación antibélica de Madrid, 2003-02-15


El gobierno borbónico se ha sumado a la nueva empresa guerrera del imperialismo yanqui contra el pueblo de la República árabe de Mesopotamia (Irak), cuna de la civilización humana. El imperialismo yanqui y sus socios quieren convertir a esa tierra natal de nuestra cultura mediterránea (a la que ha pertenecido España desde la antigüedad) en el sepulcro de la vida civilizada.

La guerra punitiva que preparan no será una conquista más; aun teniendo precedentes claros en las empresas bélicas venidas del norte (godos y vándalos, hunos y mongoles), esta nueva aventura --destruyendo lo poco que queda del ordenamiento jurídico internacional-- sometería al género humano a una tiranía global nunca conocida, la cual, a sangre y fuego, arrasaría sucesivamente todos los intentos de edificar una convivencia basada en principios de equidad y de no arbitrariedad.

Mesopotamia fue el lugar donde nacieron el Derecho y el imperio de la ley; fue Babilonia el hogar de aquel paso adelante en la vida de la especie humana. El derecho, a pesar de sus imperfecciones, ampara al débil --no al fuerte, que no tiene necesidad de tal amparo. Ahora lo que trama el imperialismo yanqui es truncar esa marcha hacia el derecho, imponiendo el yugo brutal de una arbitrariedad absoluta y cruel.

La ONU se ha convertido en lo que en el fondo estuvo programada para ser: un dócil instrumento de la dominación global del imperialismo yanqui, temperado a lo sumo, en ocasiones, por una dictadura conjunta de las potencias vencedoras de la segunda guerra mundial. Ahora ha llegado al extremo de dejarse manejar como un monigote, sin que se respeten siquiera las más elementales formalidades. Los EE.UU la tratan como lo haría Al Capone, practicando asaltos a mano armada (como el de adueñarse por la brava del informe oficial iraquí y secuestrarlo). El consejo de inseguridad --esa inelecta camarilla de déspotas planetarios-- cierra los ojos.

El desorden internacional que resulta del dictado del imperialismo yanqui se plasma en estos hechos:

  1. La ONU, al servicio del imperialismo yanqui, dicta leyes-decretos que prohíben, no tal o cual actividad en general, sino sólo que tal país en particular ejerza esa actividad. No se prohíbe tener armas nucleares, químicas, bacteriológicas; el imperialismo yanqui las tiene, las ha usado y amenaza con volver a usarlas en cualquier momento cuando, como y en la medida que le dé la gana. Tampoco se prohíbe tener cohetes de largo alcance. No, lo que se prohíbe es ser-Irak-y-tener-armas, aun en cantidades exiguas y para fines puramente defensivos.
  2. El consejo de inseguridad no tiene ninguna competencia para promulgar tales prohibiciones arbitrarias y discriminatorias. Si, bajo presión de los EE.UU, se ha arrogado tal atribución, eso constituye ya un golpe de estado internacional.
  3. Tampoco se manda en general tener un régimen político de tales o cuales características, mejores o peores (p.ej. la imaginaria democracia a la usanza atlántica). Sólo se manda no ser Irak sin tener un régimen con esas características. (Los países que no sean Irak están facultados para no seguir ese modelo, que no se impone al Irán, Arabia saudí, los emiratos, Kuvait, Siria, Turquía, Paquistán, Guinea ecuatorial, Afganistán, Togo, Marruecos, Túnez, Swazilandia, Uganda, Ruanda, Burundi, Camerún, ya sin hablar del pasado.) En la práctica, desde luego, lo que se impondría a los iraquíes sería otra cosa distinta (a saber: la restauración de la monarquía jachemita y el desmembramiento de la república iraquí).
  4. Igualmente se quiere asestar a Mesopotamia un régimen confederal, que de hecho entronice la secesión de los irredentismos septentrionales, no en virtud de una regla universal de que todo estado plurilingüístico haya de ser federal o confederal, sino de la regla de que Irak ha de serlo, por ser Irak. No se impone el federalismo a Francia, ni a Suecia, ni a Finlandia, ni a Marruecos.
  5. Además, pues, de que tales prohibiciones son arbitrarias y con dedicatoria, ni siquiera se trata de normas preexistentes, sino dictadas para --alegando hechos anteriores o simultáneos a la norma-- imponer la sanción que quieran los yanquis.
  6. La sanción tampoco está previamente tipificada, sino formulada con una enunciación tan precisa como `serias consecuencias', que pueden ser que se lance la bomba atómica sobre el país y se lo haga volver a la edad de piedra.
  7. Quien dicta esa norma --el imperialismo yanqui-- es parte interesada que, a la vez que nombra a los peritos (o `expertos'), actúa de legislador, fiscal, testigo, juez y verdugo; reúne en su casa a los otros jueces --la mayor parte de los cuales dependen de los socorros y las propinas del dictador ( así tenemos al enviado de Álvaro Uribe presidiendo el consejo de inseguridad, y dando su bendición al latrocinio yanqui); ejerce la amenaza, la coerción, el soborno; y si, excepcionalmente, hay algo que no consigue por las buenas de sus correveidiles de la ONU, lo obtiene por las malas, a viva fuerza. (El que calla otorga.)

Ésos son los valores del imperio de la ilegalidad, el pisoteo y la humillación del ser humano, la crueldad, la tiranía, la arbitrariedad, el dominio del más fuerte, valores que, al parecer, comparten con Washington las monarquías de Dinamarca, Inglaterra y España más algún que otro politiquillo corrupto, mafioso y xenófobo aliado al neofascismo.


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mantenido por:
Lorenzo Peña
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Director de ESPAÑA ROJA