El significado del 14 de abril
(En el 76º aniversario del derrocamiento de la monarquía borbónica) por Lorenzo Peña
ESPAÑA ROJA <http://eroj.org>
En España, la jornada del 14 de abril de 1931 está cargada de un significado especial. Podemos desglosar varios aspectos.

Conmemorar esa segunda proclamación de la República en España, la de 1931, puede hacerse desde diversas perspectivas; cada quien es muy dueño de hacerlo por sus propias razones y según sus orientaciones.

No vemos meramente a la constitución de 1931 como un referente inspirador, sino que luchamos para que se restaure su vigencia.

No queremos simplemente una República, alguna República; no queremos una República en general sin querer ninguna en particular. Ni pensamos que, en el incipiente movimiento republicano, una corriente determinada tenga que imponer su propia preferencia (que puede ser un modelo foráneo cualquiera u otro modelo imaginario).

Respetando a las demás opciones, la nuestra --que nos parece más realista y concreta, a la vez que abierta y movilizadora-- es la de restaurar LA República, nuestra República; y luego veremos qué quiere y qué decide, democráticamente, el pueblo español.

Es una opción realista porque propone una meta realizable y realizada ya en nuestra historia; no pedimos la Luna, no exponemos un programa de máximos, no preconizamos una República ideal o perfecta, sino una que sirvió --y puede volver a servir-- de transacción razonable y equilibrada entre diversas clases sociales, aunque con una orientación progresista.

Es una opción concreta porque, en vez de limitarse a un `¡No!' a la monarquía, dice `¡Sí!' a algo, con un perfil reconocible, no una abstracción etérea o una vaguedad flotante.

Es una opción abierta porque no excluye la ulterior reforma constitucional que dé lugar a configuraciones totalmente diversas de las que imaginaron los españoles de 1931.

Es una opción movilizadora, que propicia la unión y no la dispersión, que nos haría aunarnos a cuantos nos adherimos a la bandera tricolor y a los valores de libertad, igualdad y fraternidad humana que la misma encarna.

Es, por último, una opción que no está hecha contra nadie ni para favorecer a ninguna pretensión particular, y que permanece neutral (y, por ende, abierta a todos) en lo tocante a las demás cuestiones disputadas en la sociedad española, que hallarán en la República un cauce democrático de dilucidación no sujeto a lo que a la postre diga Palacio ni pendiente de la sanción regia.


Madrid, 14 de abril de 2007 Lorenzo Peña