Empieza a Tambalearse la Dominación Imperialista en África

por Lorenzo Peña

¿Ha sido tomada Freetown, capital de la República de Sierra Leona,NOTA 10_1 por los insurgentes del Frente Revolucionario Unido? En el momento de escribir esto (en la tarde del jueves 07-01-1999) no se sabe a ciencia cierta.NOTA 10_2 Mas los acontecimientos constituyen, en todo caso, un revés para el tinglado de la dominación neocolonialista en África.

Poco sabemos del RUF (Frente Revolucionario Unido). Sabemos, en cambio, que la administración de Alhaji Ahmad Tejan Kabbah fue elegida en una farsa pseudodemocrática organizada bajo el reino de terror del joven militar Valentine Strasser, que a sus veintitantos años fue dictador de Sierra Leona, y que fue acusado de hacer perpetrar a sus tropas torturas y ejecuciones; el capitán Strasser fue desplazado de la cabeza de ese régimen poco antes de que se cumpliera la farsa electoral, mas los amos de Sierra Leona --los millonarios ingleses, que son poseedores de las minas y plantaciones (y fueron los señores coloniales del país durante largo tiempo)-- lo recompensaron por sus servicios con una beca y un cobijo confortable para estudiar en Warwick University (Coventry). (The Guardian, 6 de Mayo 1997.)

La farsa electoral dio el resultado esperado y amañado. Encaramóse así al poder, en febrero de 1996, Alhaji Ahmad Tejan Kabbah. El país vivía en una situación insostenible. Estaban en marcha dos sublevaciones: una la de los Kamajors, al parecer cazadores tradicionales nómadas, mitad bandidos, mitad sociedad gentilicia de tipo tribalista; la otra la del RUF apoyado por el entonces rebelde liberiano (y hoy democráticamente elegido presidente de Liberia) Charles Taylor,NOTA 10_3 una de las figuras más pintorescas y curiosas del África actual (un procapitalista al que --por su oposición a la dictadura militar en su país, impuesta por los EE.UU-- las circunstancias han ido llevando, seguramente contra su voluntad, a enfrentarse a los imperialistas).

La gente esperaba que al menos Kabbah fuera capaz de poner fin a la guerra civil y de concluir un acuerdo de paz con los rebeldes. Mas no supo, no quiso o no pudo hacerlo. Un acuerdo de paz firmado con el RUF en noviembre de 1996 quedó en papel mojado. El líder del RUF, Foday Sankoh, fue atraído a Nigeria por la brutal y sanguinaria tiranía militar del (ahora) difunto general nigeriano Abasha,NOTA 10_4 so pretexto de concluir las diligencias de paz; una vez allí, el régimen nigeriano lo secuestró. Simultáneamente, el gobierno de Kabbah se alineó con las milicias salvajes de los Kamajors para aplastar al RUF.

Kabbah se lanzó también a reprimir a la oposición pacífica, tomando medidas de represalia contra uno de los partidos de oposición, el United National People's Party (UNPP). El 10 de abril de 1997 tuvo lugar una manifestación en Freetown para pedir al Presidente que respetara los derechos legítimos del líder opositor, Dr John Kerefa Smart, arbitrariamente despojado de su escaño parlamentario el 26 de marzo de 1997 por `desprecio al parlamento'.

No sólo eso. Tres editores del periódico Expo Times fueron detenidos el 19 de marzo de 1997, acusados de espionaje (por difundir una información sobre la situación en el interior del país desagradable para el régimen de Kabbah) y pasaron 20 días detenidos. Las acusaciones se basaban en el «Treason and State Offence Act» de 1963 (promulgado bajo otra dictadura anterior, la de Joseph Momoh, agente inglés). Finalmente se les concedió libertad bajo fianza (de 10 millones) el 8 abril de 1997, por el Justicia Cowan del tribunal superior (High Court number 2) de Freetown. Curiosamente, a la vez, Momoh regresaba al país tras 5 años de ausencia, y las autoridades pseudodemocráticas revalidaban su pensión, lo cual provocó enorme controversia. La pensión le había sido concedida por un «Act of Parliament» en 1986, cuando él mandaba como un dictador. El gabinete de Kabbah le adjudicó 900.000 leones por mes, a la vez que el país vivía una situación de carestía y penuria. Kabbah dijo que era «un gesto humanitario». No sólo la pensión, sino que el Fiscal general y ministro de justicia, Solomon Berewa, añadió que, además de la pensión, tendría, con cargo al erario público, alojamiento gratis, guardaespaldas y servidores domésticos.

Ante todos esos acontecimientos --que quebraban la precaria normalidad constitucional (ya de suyo muy cuestionable y posiblemente espúrea)-- un grupo de militares, encabezados por el comandante Koromah, que quería que se pusiera fin a la guerra civil, derrocaron a la administración de Kabbah el domingo 25 de mayo de 1997. El Presidente Kabbah salió del país. Lanzó desde el exilio la guerra contra su Patria. Llamó a las tropas de ocupación nigerianas (bajo el manto del sistema ECOMOG, fuerzas intervencionistas de pseudo-mantenimiento de la paz) y a los Kamajors para que se unieran a fin de echar abajo a la nueva administración de Freetown.

Entre tanto, los militares recién llegados al poder constituyeron un gobierno de unión nacional y nombraron vicepresidente del mismo al ausente líder del RUF (cautivo en Nigeria), Foday Sankoh.

Aunque el ejército nigeriano bombardeó Freetown, al principio no consiguió su objetivo de restablecer a Kabbah. Fue solamente cuando Inglaterra echó toda la carne en el asador (con el apoyo del imperialismo yanqui) y cuando los Kamajors --fuertemente aprovisionados y pertrechados de armas británicas-- hicieron el país ingobernable, cuando finalmente el ejército nigeriano pudo concentrar tropas suficientes para conquistar la capital, Freetown, restaurando a Kabbah.

Los imperialistas yanquis, sostenedores (aunque con remilgos ocasionales) del régimen de Abasha, se expresaron por boca del portavoz del Departamento de estado, John Dinger: los Nigerianos estaban jugando un «useful role» (un papel útil) en Sierra Leona como líder del ECOMOG (Economic Community of West Africa Monitoring Group).

Así pues, en febrero de 1998 se reinstalaba en Freetown el gobierno de Kabbah y empezaba la caza de brujas. El que había sido ministro de información del breve régimen conjunto de militares y RUF (mayo 97-febrero 98), el Armed Forces Ruling Council (AFRC), Mohamed Sayoh Bangura, se vio amenazado de extradición por haber sido el principal propagandista de la junta (no por haber cometido ninguna acción violenta). Cientos de civiles fueron ejecutados bajo la acusación de haber colaborado con el AFRC.

Foday Sankoh fue entregado por Nigeria al gobierno de Sierra Leona y, aunque no había tenido arte ni parte en ninguno de los sucesos de su país durante los últimos años (que había pasado en cautiverio en Nigeria) fue condenado a muerte como presunto instigador de los hechos. No se respetaron derechos de defensa ni hubo proceso debido con un mínimo de garantías.

Los partidos de oposición han sido prácticamente ilegalizados por Kabbah y no ha retornado ninguna actividad política mínimamente democrática.

Proclamaron que el RUF estaba machacado, acabado, desacreditado. Le atribuyeron atrocidades inauditas, como cortar sistemáticamente las manos y los pies de los campesinos sólo por sembrar el terror o porque habían apoyado al gobierno o porque sí. Qué haya de verdad en tales alegaciones no lo sabemos. Mas, si la base es la misma que tenían para decir que era una fuerza acabada y que daba sus últimos coletazos, entonces hay motivos para albergar serias dudas. Como las hay en general para creer lo que cuenta la propaganda imperialista.

Qué vaya a pasar, cuán bueno o malo sea el RUF, si consigue o no imponerse, son asuntos en los que es mejor no aventurar opiniones.

África no es como otras partes del mundo. Los estados en África, a diferencia del resto del mundo, combinan dos características: son creaciones artificiales de un colonialismo foráneo que no sabía ni quería saber nada de las realidades locales, y sin embargo coexisten con una pervivencia de las viejas etnias o naciones, sólo que estando cada una dividida entre diversos estados, cada uno de los cuales es multinacional.

No son, sin embargo, estatalmente viables las viejas naciones; la intangibilidad de las fronteras de la colonización fue la opción de los africanos en los años 60, al acceder a su independencia, por motivos que pueden discutirse, pero que no son baladíes (cualquier alternativa podría ser catastrófica).

Mas ese status quo, mal menor tal vez, no deja de ser pésimo. La unidad y cohesión de cada estado es casi nula.

Junto a esa doble característica, que sólo se da en África (las fronteras de América Latina serán artificiales, mas de las viejas naciones prehispánicas sólo quedan restos, salvo la nación quechua en la zona Ecuador-Perú-Bolivia), África tiene otras dos características más:

(1ª) Su atraso económico era de siglos al instalarse los colonizadores en la segunda mitad del XIX, y ese retraso sigue, porque ni se podía colmar en cien años ni tampoco los colonizadores han impulsado deliberadamente el progreso (a menudo al revés, han tratado de mantener las viejas estructuras feudales y prefeudales, de tipo patriarcal, tribal y esclavista); así pues, coexisten y se entremezclan estructuras, ideologías y fuerzas con rasgos de fines del siglo XX con otras que tienen rasgos como los de 5 ó 10 siglos más atrás en la historia europea; y esa mezcla es a menudo inextricable, siendo por ello necesario seguir muy de cerca los acontecimientos africanos (y tener buena memoria o consultar asiduamente nutridos archivos) para hacerse una composición de lugar y no desorientarse.

(2ª) La pobreza es extrema, y hay frecuentemente hambre, siendo fácil, en esas condiciones de miseria extrema y de hambre, que la gente se deje arrastrar a acciones armadas desesperadas en pos de cualquier aventurero que prometa algo, o simplemente como expresión de su (extremo) malestar.

Esos factores explican cómo cobraron súbitamente virulencia las viejas rivalidades tribales entre los dominadores feudales tutsis y los dominados hutus en la región de los grandes lagos: Ruanda y Burundi.NOTA 10_5 Los colonialistas belgas habían explotado esa división de la población protegiendo los privilegios de los tutsis. Al irse los belgas, en 1962, dejaron sin embargo en el poder, en Burundi a la monarquía tutsi, pero en Ruanda a un régimen hutu, que se impuso como expresión de la reivindicación de esa mayoría étnica (el 90 % de la población). Mas ambos regímenes fueron agentes de Bélgica. La monarquía fue sustituida en Burundi por un régimen militar que, con una breve interrupción de un poder civil (hutu) democráticamente elegido y rápidamente derrocado, ha gobernado el país desde la independencia.

No vamos a evocar las matanzas de tutsis que precedieron a la llegada al poder en Ruanda de los exiliados monárquicos tutsis (Rwandan Patriotic Front)NOTA 10_6 (19 de julio de 1994). Aunque nombraron Presidente al Pastor hutu Bizimungu y Primer Ministro al también hutu Faustin Twagiramungu, el hombre fuerte es Paul Kagamé, el jefe tutsi del ejército.

Entre tanto, el Congo ex-belga (llamado por su déspota Mobutu `Zaire') vivía una revolución iniciada decenios atrás y que encabezaba el líder katangueño Laurent Kabila.NOTA 10_7 Kabila aprovechó las fricciones entre Mobutu y los nuevos amos de Ruanda, Burundi y Uganda para obtener su apoyo circunstancial. Algunos predijimos entonces que tal alianza sería de corta duración. Así ha sido. Al derrocar al régimen de Mobutu (19 de mayo de 1997), la revolución capitaneada por Kabila tuvo al principio que transigir con los ruandeses hasta que tuviera preparada una organización militar adecuada para poder decirles que se fuesen del país (lo cual hizo un año después, en junio de 1997).

¿Por qué? ¿Misterio, enigma? ¡Nada de eso! No fue que se le calentó la cabeza en una noche de Kinshasa y se madrugó con una orden de abandono del Congo por las tropas ruandesas. Lo que pasa es que Kabila sabía muy bien qué buscaban los ruandeses. Lo había sabido desde el comienzo: buscaban que una parte del territorio del oriente congoleño, particularmente del Kivu, se otorgara como feudo y en propiedad exclusiva a los Bañamulengues, una parte de la etnia tutsi enclavados en tierra congoleña. (¿Desde cuándo? Hemos leído en unos sitios que desde el siglo XVII; en otras partes, que desde el XIX. Mas, sea de ello como fuere, no hace al caso.)

Una vez otorgada esa concesión territorial, los bañamulengues se las arreglarían para independizarse de Kinshasa y para incorporar ese territorio así adquirido a Uganda o Ruanda (o a una futura confederación monárquica tutsi de Uganda, Ruanda y Burundi; no se olvide que los líderes tutsis vienen de las castas aristocráticas monarco-feudales y que en Uganda el proyanqui Museveni ha restaurado el poder de las dinastías comarcales y tribales, haciendo de su pseudo-república no democrática una especie de confederación de monarquías regionales).

Alegaron que Kabila les había prometido esa concesión territorial y que había prometido una tierra para los Bañamulengues. No lograron sacar a la luz ningún papel. Si promesa hubo, fue verbal, de esas que se lleva el viento. O tal vez fueron palabras vagas.

En cualquier caso, si Kabila había pensado por un momento en una concesión así, la evolución de los acontecimientos le mostró lo explosivo que era el asunto. En esa región de viejos odios tribales, los bañamulengues --que no son mayoritarios en ninguna región-- son vistos como una etnia sojuzgadora, dominadora, y la mayoría de la población del Kivu les tiene miedo. Justamente Kabila tuvo que hacer frente a un alzamiento étnico, el de los May-May, que contaban con apoyos eclesiásticos (posiblemente corresponden a un sector de la población en el cual es mayor la implantación católica, al paso que entre los tutsis ruandeses, por la influencia ugandesa, hay bastantes protestantes; mas esa conjetura requeriría, para emitirse con alguna confianza, una evidencia que en este momento no tenemos).

La insurrección May-May --con ese peculiar y enmarañado entramado africano de alianzas de corta duración, entrecruzamiento de alineamientos étnicos, tribales, de clan, de religión, de ideología política y social-- puso a Kabila entre la espada y la pared: o aplastaba por la fuerza a los insurrectos, o prometía que no se produciría ningún reparto artificial de la tierra del Kivu entre las diversas etnias. O sea que no se llevaría a cabo la limpieza étnica, que es lo que deseaban los ugando-ruandeses.

Kabila optó por el arreglo pacífico de la insurrección May-May. Las fuerzas ugando-ruandeses se prepararon entonces para entrar en acción a fin de derribar a Kabila e imponer en Kinshasa a un gobernante susceptible de entregarles una parte del territorio congoleño. Arrastraron a su alianza expansionista tutsi a Burundi, o sea a la feroz tiranía militar del Mayor Pierre Buyoya, el Pinochet africano (Burundi tiene 6 millones de habitantes, un 85% hutus y sólo un 14% tutsis).NOTA 10_8

La coalición promonárquica tutsi lanzó un ataque contra la República Democrática del Congo a comienzos de agosto de 1998.NOTA 10_9 Montaron como pantalla un amasijo heteróclito de aventureros, millonarios y renegados de la peor calaña: antiguos altos dignatarios del despotado de Mobutu; elementos sin escrúpulos que se venden al mejor postor; ricachos (también ex-mobutistas) que administran sus feudos como reyezuelos de taifas.

¿Qué reprochaban a Kabila? Que no era demócrata, porque ni había anunciado elecciones ni había dado protagonismo a la «sociedad civil». Mas justamente Kabila ha anunciado elecciones, al paso que las credenciales de los tres brazos armados de esa pseudorrebelión son dictaduras de la peor especie: el hombre fuerte ruandés, Kagamé, rige el país con puño de hierro y es difícil imaginar que ese tribalista monárquico tutsi organice algún día elecciones en un país en el cual los tutsis constituyen un 10% de la población; de Burundi ya hemos hablado; el tercer monárquico, el Teniente General Yoweri Kaguta Museveni de Uganda,NOTA 10_10 ha hecho elecciones, mas sin permitir el pluripartidismo; en cualquier caso es un ferviente entusiasta de las recetas neoliberales del Banco mundial y el FMI, que cumple con aplicación y celo, siendo por ello elogiado y puesto como ejemplo por los yanquis y los occidentales en general.

Lo de que Kabila no da cancha a «representantes de la sociedad civil», es un reproche insustancial; préstase a todas las manipulaciones arbitrarias que se le antojen a uno esa vidriosa e insostenible noción de «sociedad civil» (que ya criticaremos en otra ocasión). Lo que está detrás de ese reproche (que no han inventado los pseudo-rebeldes pro-ruandeses, sino que han puesto en circulación los imperialistas y neocolonialistas yanquis, franceses, belgas etc) es que Kabila no ha incluido en su gabinete al cabecilla de la «oposición» Tshisekedi, el que fuera durante mucho tiempo segundo de abordo de Mobutu y que luego galleó como líder de una fantasmagórica «oposición radical».

Hombre venal, sin principios, sin escrúpulos,NOTA 10_11 de gran fortuna amasada en la corte del Mariscal-Dios (o cuasi-Dios), Tshisekedi pudo haberlo sido todo si el triunvirato que verdaderamente empuñaba las riendas del país con Mobutu (el trío de los «embajadores» de Francia, Bélgica y los EE.UU) hubiera tenido la decisión de imponerlo, al socaire de los acuerdos de la llamada `conferencia nacional'. No lo hicieron, porque pensaban que más vale pájaro en mano, que con Mobutu estaban más seguros. Ya cuando se sabía que Mobutu pronto moriría, los EE.UU, ya en las últimas, dejaron de apostar por él; mas ya era tarde para aupar a Tshisekedi, sobre todo porque Francia, tercamente, apoyó a Mobutu contra toda esperanza y razón, hasta el amargo final.

Así triunfó la revolución congoleña encabezada por el lumumbista Kabila el 19 de mayo de 1997, contra el apoyo militar francés a Mobutu y con una semi-neutralidad yanqui durante los últimos días del régimen mobutiano. (Hasta eso se le ha reprochado a Kabila, pues Francia, muy hábilmente, lo aprovechó para hacer correr el bulo de que era pro-yanqui e incluso que iba a imponer el inglés como idioma oficial del Congo.) Y empezó entonces un acoso, un asedio para que Kabila llegara a un arreglo gubernamental con Tshisekedi, el hombre de las potencias coloniales. Como Kabila no se doblegó, se lanzó contra él un ataque feroz. Pese a que se puso orden y se depuró la administración (en la medida de lo posible y dentro del margen que se puede permitir un país pobre y atrasado en medio de la crisis y el desbarajuste legado por el régimen anterior), le cortaron los víveres, y ni siquiera se otorgaron (siguen sin otorgarse) al Congo dineros como los que sí se prestaban a Mobutu. Quísose así desacreditar a Kabila ante la población.

Cuando eso falló, los occidentales secundaron la agresión ugando-ruandesa de agosto de 1998. Francia quiso imponer unas negociaciones para, en medio de esa confusión, imponer como mediador y árbitro a Tshisekedi. Sus planes fracasaron, y a Francia no le ha quedado más remedio que desligarse de la coalición tutsi, con la cual no tiene nada que hacer porque en ella son y han sido siempre hegemónicos los pro-anglosajones.

Pero el Congo ha hallado sostén y ayuda de una serie de gobiernos africanos enfrentados, por motivos diversos, al imperialismo. En primer lugar, Angola.NOTA 10_12 Aunque el antiimperialismo del MPLA no es lo que era, ni por asomo, algo queda. Mientras tengan que luchar contra la fuerza de extrema derecha procolonialista de la UNITA de Savimbi --aliada a la coalición tutsi y a sus lacayos congoleños--, se ve forzado el gobierno angoleño a no dejar caer a los únicos que pueden ser amigos suyos.

En segundo lugar, Zimbabue.NOTA 10_13 El presidente zimbabueño, Robert Mugabe, a los años se acuerda de que no se han cumplido los objetivos de la revolución anticolonialista que él encabezó y que triunfó el 18 de abril de 1980. Tal vez permaneció de brazos cruzados en aras de un posibilismo bastante oportunista y, sea como fuere, prolongado durante 18 años, que no son pocos. Nadie puede esperar que cambien radicalmente las cosas de la noche a la mañana, pero ¡18 años! En fin, más vale tarde que nunca. El hecho es que se apresta a llevar a cabo una reforma agraria. De nuevo tiene que precaverse contra la implantación en el Congo de un gobierno furiosamente pro-occidental auspiciado e impuesto por los regímenes neocoloniales de Kampala y Kigali,NOTA 10_14 y sus aliados de la UNITA.

Otros gobiernos africanos temerosos de un recrudecimiento del dominio euro-yanqui en la región se han sumado para formar una alianza antiimperialista: el Congo-Brazzaville,NOTA 10_15 el SudánNOTA 10_16 y el Chad.NOTA 10_17 Por el otro lado, el presidente surafricano, dando un paso más en su traición a la revolución del pueblo negro, se ha colocado, aunque un poco disimuladamente, al lado de los ugando-ruandeses y sus títeres. También el corrupto presidente zambio, Frederick Chiluba (que desplazó del poder al viejo líder anticolonialista Kenneth Kaunda el 31 de Octubre de 1991).NOTA 10_18

Toda esa serie de acontecimientos nos hace ver que el imperialismo no ha conseguido imponer su orden en África; a pesar del mundo unipolar y de la desaparición del campo socialista (que constituyó el gran sostén del África negra, el que hizo posible la independencia de esos pueblos), la lucha de los pueblos africanos continúa e incluso atraviesa en este momento una fase de auge y ascenso. Si será duradera o no esa fase, ya se verá.


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